X-Men Origins: Wolverine

Título en español: X-Men Orígenes: Lobezno
Compositor: Gregson-Williams, Harry
Año: 2009
Distribuidora: Varèse Sarabande
Duración: 49:12

La saga X-Men se ha convertido en uno de esos productos de los cuales ya no se sabe qué esperar. Tras las dos magníficas primeras entregas dirigidas en 2000 y 2003 por Bryan Singer, la decisión del director de aceptar la oferta de la Warner para filmar el retorno del Hombre de Acero con Superman Returns provocó su ruptura absoluta con Fox, dejando a la serie huérfana de la seriedad y el esmero que habían sorprendido a todos hasta aquel momento, quedando el cierre de la trilogía en manos del irregular Brett Ratner, que hace que toda X-Men. La decisión final desmerezca el conjunto. Un libreto que desaprovecha todas y cada una de los interesantes planteamientos de la historia original, por no decir las innumerables puertas abiertas con antelación que o bien no cierra o lo hace insatisfactoriamente.

Ahora, tres años después de este triste despropósito, que aún así triunfó en taquilla con una recaudación final de casi 460 millones de dólares en todo el mundo, Fox y Marvel nos proponen el primero de los spin off (películas paralelas a los títulos originales con alguno de sus personajes como protagonista) de la franquicia. Y si había un personaje que podía tener su propia película ese era, sin duda, Lobezno. Eran muchos los ingredientes que concurrían en torno a él para que la receta fuera, a priori, más que apetecible: uno de los más emblemáticos caracteres de los comics originales, un actor carismático, Hugh Jackman, valorado tanto por su labor como por su innegable atractivo para los espectadores, un concepto de acción y aventura con suficiente originalidad… así, ¿cómo no íbamos a tener una buena película entre manos? Más aún, si a la ecuación le sumamos un director de cierto prestigio con Oscar bajo el brazo (el sudafricano Gavin Hood, ganador del Premio de la Academia a la Mejor Película de Habla no Inglesa por Tsotsi), un holgado presupuesto, y además, un reparto de buenos secundarios para rodear a la estrella de la función.

Pues incluso con tantos factores a su favor, el filme no ha resultado ser la demostración empírica de la fórmula del buen cine (no así la del éxito económico, ya que a estas alturas ya ha recaudado casi 250 millones de dólares en todo el mundo). Aunque su factura visual es más que solvente, muchas voces se han quejado del mal aprovechamiento que se ha hecho de un personaje tan interesante, siendo en conjunto un filme algo distante y frío, caótico en cuanto a su desarrollo, y predecible en la mayoría de los momentos. Entrar en más detalles no es el objetivo de estas líneas, pero se hace imprescindible compartir el hecho de que la película no pasa de ser un producto correcto, falto del genio que aportaba Singer, sin ir más lejos,  un envoltorio llamativo para una caja vacía de contenido. Y esto es necesario porque la banda sonora, compuesta por Harry Gregson-Williams, no es una excepción a esa crítica.

Para los aficionados a la música de cine, la franquicia de X-Men ha dado mucho de que hablar. Ya el primero de los scores, el firmado por Michael Kamen, fue ampliamente discutido, con múltiples detractores y otros tantos entusiastas (entre los que me incluyo); para la segunda entrega, Singer pudo contar con su compositor habitual, John Ottman, quien respetó el tema creado por Kamen llevándolo más allá, alcanzando cotas diferentes a las del fallecido maestro, subiendo el listón si cabe. De la tercera entrega, casi lo único rescatable fue el excelente trabajo de John Powell, con temas memorables y, sin duda, una de sus obras más destacadas. Y llegados a este punto, podemos afirmar que Harry Gregson-Williams se queda a medias de todo. En líneas generales, su obra, sin ser para nada un mal trabajo y adecuándose al filme de manera efectiva, no deja otra sensación que la de un producto firmado en el cerrado (y yo diría que ya agotado) sonido mediaventures (o Remote Control, si se prefiere). Casi no aporta cosas nuevas y se limita a acompañar al filme sin alterar para nada nuestra percepción del mismo. Está excento de momentos brillantes, aunque no de pasajes interesantes, y casi es todo lo que se puede decir acerca de él.

El compositor británico asume, pues, ese sonido que acuñara Hans Zimmer y sus acólitos hace ya tanto tiempo, donde la orquesta se combina con amplios segmentos de sonidos electrónicos y, sobre todo, gran profusión de bases rítmicas programadas. Son las cuerdas las que más trabajo tienen en la mayoría de los temas donde se da esta combinación, completando los muchos cortes de acción del score. Como no podía ser de otra forma, hay un tema central, que escuchamos desde el primer corte del cd (el por otro lado excelente Logan Through Time, que acompaña a los créditos iniciales del filme), con un marcado carácter heroico y al cual recurre en muchos momentos del filme aunque sin llegar a convertirlo en una fanfarria; un tema que resulta pegadizo y fácilmente asociable con el personaje, aunque también podríamos hablar de una falta de complejidad del mismo. Aún así, podría decirse que tiene de todo: una potente melodía central dominada por metales (trompas y trompetas, según el momento), una densa base a cargo de percusión y cuerdas, adoptando éstas en diversos momentos la frase principal, y un coro mixto que lo envuelve todo, otorgando un halo mucho más mítico al tema. Cortes como el ya mencionado  o Adamantium, To the Island y Memories Lost contienen diferentes aproximaciones a éste, culminando en el que cierra la edición discográfica y el filme, “I’ll find my own way”, donde enfatiza aún más el carácter heroico de la melodía.

Un segundo leit motiv, estrechamente ligado a éste, es el de la historia de amor que se nos narra en la película entre Logan y Kayla (alias Silverfox), un tema que ejecuta el piano casi en solitario, para luego ser asumido en un in crescendo por las cuerdas. Y poco más… Casi podría decirse que el compositor obvia toda referencia musical a los otros personajes que aparecen el filme, desde Stryker hasta Gambit. Podríamos hacer una excepción si consideramos ciertos efectos de sonido como inherentes a éste último o si consideramos las disonancias del corte Deadpool como la música para el personaje del mismo nombre (Masacre, en los comic en castellano), pero me parece demasiado rizar el rizo. Prefiero pensar que, al igual que el guión pasa por ellos como meras anécdotas, Gregson-Williams ni siquiera se molestó en darles mayor importancia. Si que me resulta llamativo que el duelo Lobezno – Dientes de Sable no tengo una música más determinante. Aunque en las secuencias de acción entre estos sí que se nota un cierto interés por parte del compositor en rodearlas de un subrayado musical más elaborado, no hay un tema que defina ni al personaje encarnado por Liev Schreiber ni siquiera a la complicada relación entre ambos.

Todo el filme es, para muchos, una gran oportunidad perdida. En el aspecto musical también. A pesar de todo lo dicho, insisto en la calidad de la música aún no siendo nada que vaya a ser recordado en un futuro. Aún así, es un disco más que recomendable para todos aquellos que disfruten del sonido de acción de la factoría de Hans Zimmer y para aquellos que quieran simplemente pasar un rato divertido.

Lo mejor: el tema central… y poco más.

Lo peor: la falta de originalidad y lo superficial del score.

El momento: Logan Through Time, primera aparición del tema central, y entre los temas de acción, Logan Meets Gambit.